Celebración de los 17 años de la presencia de la Reliquia del Corazón de Don Orione en la Argentina.

“En Argentina he hallado para siempre mi segunda patria…”

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Hoy martes 29 de agosto la comunidad orionita se encuentra a las 17:30 hs. para celebrar la misa en el Santuario del Pequeño Cottolengo de Claypole, Av. Lacaze 3963 – Claypole.


«En Argentina he hallado para siempre mi segunda patria, y Dios mediante volveré a ella vivo o muerto, pues quiero que mis cenizas descansen en el Pequeño Cottolengo Argentino de Claypole. Preveo que partiré de aquí hacia fines de julio, pero dejo mi corazón en la Argentina, donde espero volver pronto» había dicho en nuestro país Don Orione antes de su partida a Italia en 1937.

Su deseo se cumplió el 29 de agosto del año 2000 con la llegada definitiva de su Corazón al Cottolengo de Claypole, lugar donde plasmó su sueño de ver un mundo con lugar para todos, y que desde entonces se transformó en centro de oración y peregrinación donde miles de fieles van todos los días del año a depositar sus esperanzas, sus pedidos, agradecimientos, o simplemente a visitar y sentir la presencia del Santo fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia.

Santuario: Av. Lacaze 3963. Claypole, Pcia. de Buenos Aires
Misas: Lunes a sábados a las 17 horas. Domingos y feriados a las 10:30 y las 17:30 horas.

Apuntes del 29 de agosto del año 2000:

Un día muy especial para la Familia Orionita de Argentina porque se produciría el reencuentro con la reliquia del amado corazón de Don Orione.

Un cielo profundamente azul y un sol que entibió desde temprano esa mañana de invierno fueron testigos de la ansiedad y la emoción de cientos de personas que fueron acercándose hasta el Pequeño Cottolengo de Claypole para participar de una celebración inolvidable.

Por qué el corazón en Argentina

Al año siguiente de la primera venida del relicario del corazón de Don Orione a la Argentina en 1984, los obispos del país solicitaron al Superior General de los Hijos de la Divina Providencia y a su Consejo Generalicio que concedieran la gracia de tener permanentemente en Argentina el corazón del Beato.
Algunos de los fundamentos de esa solicitud fueron:
• La fuerte devoción que hay por Don Orione y su obra en la sociedad argentina.
• La carta autógrafa del 29 de mayo de 1937, en la que Don Orione manifiesta que vivo o muerto volverá a la Argentina y en la que firma “Don Orione Argentino”.
• El discurso radial de despedida de Argentina, el 30 de julio de 1937, en el que Don Orione expresa su deseo de que sus cenizas duerman en el Pequeño Cottolengo Argentino en Claypole.
• Su oración por la Argentina, a la que denomina “segunda patria”.
• La fuerte devoción que hay por Don Orione y su obra en la sociedad argentina.
En el XI Capítulo General de los Hijos de la Divina Providencia –realizado en Roma en 1998–, por pedido expreso de los religiosos de Argentina, se volvió a considerar aquella petición de los obispos, llegándose finalmente a su aprobación.

La segunda venida del corazón

A diferencia de la vez anterior (1984) en la que la reliquia peregrinó por todo el país, ahora el corazón de Don Orione permanece en un único lugar: el Cottolengo de Claypole. Allí se preparó un ámbito especial dentro de la capilla, que de a poco se va convirtiendo en un sitio de permanente peregrinación y oración.
El pasado 28 de marzo, esta capilla ha sido declarada santuario diocesano por el actual obispo de Lomas de Zamora, Mons. Agustín Radrizzani, convirtiéndose así en el primer santuario orionita en todo el mundo.

Un día de fiesta y celebración

Ese 29 de agosto, festividad de Nuestra Señora de la Guardia, la advocación de la Virgen venerada especialmente por Don Orione, jóvenes, familias y religiosos de todas las casas que la Obra Don Orione tiene en Argentina se mezclaban con los rostros felices y sonrientes de los asistidos del cottolengo, que se encargaban de dar una bienvenida tan informal como llena de afecto. “Hola”, “Adelante”, “Pasen, ¿cómo están?” eran las primeras palabras que junto a sonrisas y abrazos recibían los peregrinos.
Mientras tanto, en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en medio de una gran expectativa, llegaba el corazón de Don Orione. La reliquia fue traída desde Italia por un contingente de jóvenes orionitas que regresaban luego de haber participado de la Jornada Mundial de la Juventud, en Roma.
Apenas el corazón de Don Orione entró a la sala de recepción se produjo un fuerte impacto entre todos los presentes, incluidos los periodistas que se habían acercado para cubrir en detalle ese momento. Silencio, mucha calma y una inmensa paz espiritual llenaron el lugar. Se sentía la presencia de Don Orione.

“Vivo o muerto volveré”

El cielo seguía azul como el manto de la Virgen María, como si aquel sueño del pequeño Luis Orione donde nuestra Madre Celestial cobijaba a todos sus hijos, se hiciera realidad en ese momento. La gente que había llegado desde Tucumán, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Mar del Plata, Capital Federal, las casas del Gran Buenos Aires y los países hermanos de Chile, Uruguay y Paraguay, compartía entre risas y abrazos el infaltable mate.
Los cantos del Equipo de Animación, las bombas de estruendo que no dejaban de estallar y los aplausos de todos los presentes en la entrada del Pequeño Cottolengo de Claypole, anunciaron a la una de la tarde que estaba llegando el relicario con el corazón de Don Orione.
Desde los altoparlantes estalló el “Viva Don Orione”. Había llegado el momento tan esperado. Se alzaron pañuelos y gorros. ¡Don Orione estaba allí!
Una multitud acompañó el recorrido del relicario desde la entrada principal del Cottolengo de Claypole. A ambos lados del camino las manos se extendían en un saludo, los labios rezaban una oración, los ojos dejaban caer alguna lágrima… La emoción era tan grande como la alegría.
A paso lento, una larga columna de peregrinos acompañó los primeros metros que el corazón de Don Orione recorría por las calles de su amado Cottolengo de Claypole. En su camino, el relicario se detuvo frente a los grupos de asistidos del Cottolengo que saludaban desde sus sillas de ruedas, reunidos en grupo, abrazados, con sus caras manifestando una inmensa felicidad. ¡Allí estaban los hijos preferidos de Don Orione, reunidos frente a quien tanto los amó y los ama!
Los animadores invitaron a rezarle a la Madre tan querida por Don Orione. Y al final, miles de voces repitieron hasta el cielo el vibrante “¡Ave María, y adelante!”, con el que Don Orione alentaba a los suyos para emprender la tarea de «hacer el bien siempre».

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