¿POR QUÉ AHORA SÍ?

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Rosario: ¿por qué ahora sí?

Hemos visto y escuchado. Hemos palpado y notado. El miedo se percibe, en una frase, una mirada, un gesto. Una joven que frena su marcha manejando el auto, en un control policial. Nos acercamos a ella y con sólo preguntar “cómo estás”, aflora la angustia. Las emociones están contenidas de tantos años de violencia y muerte. Se larga a llorar y remarca que así no quiere seguir viviendo en su ciudad, Rosario. Historias como la de la joven conductora se cuentan de a miles. Desde el 26 de mayo de 2013 cuando fue asesinado el histórico líder de “Los Monos”, Claudio “Pájaro” Cantero, el mapa narcocriminal cambió para siempre. La narrativa de los gobiernos desde hace más de 10 años, convirtió a la banda en sinónimo del crimen organizado y referencia obligada del delito en la región. Desde ese día, todo se fue convirtiendo en una lenta pesadilla de la que hoy los rosarinos no pueden despertar. La impotencia ha marcado sus vidas a sangre y fuego. Y luego: promesas, desembarcos mediáticos, refuerzos de efectivos con saturación en las calles y operativos para las cámaras, improcedentes, poco eficaces, sin dar respuestas de fondo. Mucho tiempo ha pasado, demasiadas muertes, balaceras, depuraciones policiales, detenciones. El narco quebró cualquier límite con ataques ordenados desde la cárcel, donde obtuvieron todas las garantías imaginables para acrecentar su poder. La pregunta sobrevuela siempre. Por qué ahora sí?

Y mientras tanto, cuatro homicidios en 5 días. Cuatro trabajadores esforzados que sólo intentaban sobrevivir a tanta adversidad exponiéndose en las calles del pánico, donde las noches asemejan postales de pandemia, donde la gente se paraliza con sólo escuchar el motor de una moto. Donde aquellos que quieren ir a comer afuera suelen pedir reserva lejos de la ventanas, como cuenta el dueño de un restaurante. Hay momentos bisagras como éste, pero seguramente ya hubo otros similares, que pasan a titular los portales y los medios nacionales. Pero el miedo sigue naturalizándose, y una mayoría silenciosa no tiene más alternativa que seguir conviviendo con esa violencia que está ahí, latente. Por qué ahora sí? No hay más tiempo – ni vidas – que perder. Es demasiado dolor. Por qué ahora sí?Es una pregunta pero también, un pedido desesperado. El que realiza Rosario, que sangra.