En plena época estival solemos encontrarnos a diario con temperaturas muy altas en exteriores y bajas en interiores, debido a la utilización de aires acondicionados.
Existen además variaciones propias del clima, que pueden alcanzar amplitudes térmicas bruscas de la noche a la mañana. Estas variaciones y los cambios repentinos -naturales o artificiales- en la temperatura y la humedad ambiental, generan un impacto sobre el organismo.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, las temperaturas extremas del aire contribuyen directamente a las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, sobre todo entre las personas de edad avanzada. Por otra parte, en el caso del calor extremo, los niveles de polen y otros alérgenos son mayores, por lo que estas alteraciones del entorno vuelven vulnerable al cuerpo, que se ve forzado a adaptarse constantemente y queda expuesto a diversas enfermedades.
En este ajuste el sistema inmunológico cumplirá un rol fundamental, debido a que es el encargado de defender al organismo ante infecciones como las bacterias y los virus. A través de una reacción organizada, el cuerpo ataca y destruye los organismos infecciosos que lo invaden.
Un sistema inmune débil o menos activo de lo normal nos convertirá en un blanco fácil para contraer infecciones bacterianas o virales a repetición, e incluso enfermedades más severas. Reforzar y estimular el sistema inmunológico ayudará a prevenir una gran cantidad de patologías.
Consejos para tener un sistema inmune saludable
– Mantenerse hidratado: Consumir 2 litros de agua por día.
– Llevar una alimentación balanceada: Realizar una dieta con un alto consumo de frutas y verduras.
– Consumir más Vitamina C (cítricos, melón, kiwi, morrón y tomate), Vitamina A (hígado, huevos y lácteos), Vitamina E (aceite de germen de trigo, de soja, cereales, arroz, aceite de oliva, vegetales de hoja verde y frutos secos), Hierro (hígado, carne, pescado y huevos), Zinc y Selenio (presentes en casi todos los alimentos).
– Evitar situaciones de estrés: El ritmo de vida actual y las situaciones de enojo o nerviosismo generan severas alteraciones de las defensas. Realizar actividades al aire libre, o relacionadas con lo lúdico y el arte.
– Asegurarse un buen descanso: El sueño debe ser reparador, realizarse de corrido y debe constar de unas 7 a 8 horas.
– Realizar actividad física: El ejercicio es una pieza clave: fortalece el estado cardiovascular, mejora el ánimo, colabora al control del peso, favorece un buen descanso y aumenta las defensas.
– Evitar: químicos, conservantes, colorantes, edulcorantes artificiales, tabaco, alcohol, comidas enlatadas y pre-elaboradas.
– Tener en cuenta la vestimenta: Con los cambios de clima, tanto ambientales como los producidos al ingresar a un establecimiento con aire acondicionado, es recomendable llevar un abrigo liviano.
– Estar atentos a la higiene: Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón. Al toser o estornudar, cubrirse la boca y nariz con un pañuelo descartable o con el ángulo interno del codo. Tirar a la basura los pañuelos descartables inmediatamente después de usarlos. Ventilar los ambientes. No compartir cubiertos ni vasos. Mantener limpios picaportes y objetos de uso común.