A lo largo de su carrera como futbolista y entrenador Diego Armando Maradona vivió en importantes y lujosos lugares. En el extranjero el exfutbolista ha habitado en Barcelona, Nápoles, Sevilla, Emiratos Árabes y, actualmente, en el imponente complejo de La Primavera, una de las mejores zonas al norte de México. Pero sin dudas el flamante entrenador de Dorados de Culiacán tiene un gran aprecio por la que fue su primera casa familiar propia a la cual se mudó con 18 años y en donde ya hay un objeto más que especial.
A una semana de la asunción del DT en la escuadra de Sinaloa, MARCA Claro se apersonó a Lascano 2257, entre las calles Gavilán y Bernardo de León, en el futbolero barrio de La Paternal en donde no hay gigantescos edificios, varios comercios llevan nombres vinculados al ídolo y la Asociación Atlética Argentinos Juniors, donde de joven tiró sus primeras gambetas, es una especie de religión.
Con la tranquilidad de un barrio cerrado, por más que no lo sea, en horas del mediodía al avanzar parece que las agujas del reloj corren en reversa y el tiempo retrocede. A mitad de cuadra de Lascano, de mano izquierda justo frente a la parada del autobús 24, una plaqueta colocada por la Legislatura porteña anuncia: «En esta casa vivió Diego Armando Maradona». Ni bien se abre la puerta Alberto Pérez, exdirigente de Argentinos Juniors que firmó el primer contrato de Diego jugador, vecino del barrio y fundador de lo que hoy es una casa museo nos recibe. Sí, un museo que permite recorrer cada rincón que el hoy técnico de Dorados transitó alguna vez.
‘La casa de D10s’, como se llama este lugar, si bien a todos los recibe con una gigantografía de Diego a la derecha de una tapa de medio gráfico de época a los pocos pasos tiene una firma bastante especial. «Para ‘La casa de D10s’ con cariño, del primer mexicano que la visitó», firmó un hincha de Dorados que desde el momento en el cual se oficializó el desembarco del ídolo argentino dibujó en su rostro una duradera sonrisa que ni siquiera para dormir se borra. Posando con un cuadro de la Copa del Mundo de México 1986, Pérez relató que: «Esta persona se contactó con nosotros y acordó una cita para venir a ver el museo. No vino con las manos vacías, ya que nos confesó que en su interior él sabía que el lugar indicado para este presente es aquí».
Pero, ¿en qué momento comenzó toda esta aventura de recuperar la casa de Diego Maradona que alguna vez, tras su partida, fue una fábrica de carteras? Acompañado de su hijo César, otro conocedor de Diego que resulta ser el mejor socio de su padre en esta reconstrucción histórica, Pérez recuerda que «si bien se hicieron gestiones, la dueña no la quería vender y la alquiló a una fábrica de carteras hasta 2008 que quedó desocupada». Orgullosos de la compra, cuyo primer paso demandó una importante suma de dinero, los Pérez turnándose enumeran que «los azulejos, el mismo piso del living de pinotea, todo está igual a cuando Maradona vivió aquí».
Pasando la entrada y el comedor, una escalera que sube conecta el patio interno a la puerta de una habitación en donde Diego Maradona, de seguro, por las noches soñaba todo lo que en el verde césped volvió realidad. En su recámara hay históricas imágenes que lo describen de pies a cabeza. El gusto por los vinilos, la manera de levantarse tras descansar y, de seguro, «los más de 2500 objetos vinculados a Diego que tenemos aún sin utilizar nos servirán para continuar rearmando su historia», avisa César Pérez Dursi quien además admite contar con un gran respaldo de su familia en este logro que aún no alcanzó su techo.
En una casa bien Maradona, donde puede observarse al astro donde sea que se mire, el andar del 10 aún se siente. Una pequeña ventana con rejas en su alcoba da a la terraza y, aquí, hay un baño. «Diego cuando tenía que ir al baño no usaba la puerta y subía los pocos escalones que dan a la terraza. Su gran estado atlético le permitía treparse y salir por la ventana«, narran los dueños de la casa.
El escenario que mensualmente recibe más de 250 invitados extranjeros de distintas partes del mundo, por más que haya diferencias de idioma, hace que los visitantes entiendan a la perfección el fútbol que se respira bajo ese techo. Hasta un santuario hay en lo más alto donde, además de fotos del 10, está el añejo primer contrato firmado por la casa.
«Diego era menor de edad cuando se firmó todo, por eso el nombre que aparece en los papeles es el de su padre Don Diego, a quien de profesión le pusieron obrero», detalla César y acota: «La entrega del inmueble se hizo el 7 de noviembre de 1978. Esta casa, cerca de la cancha de Argentinos Juniors, es importante para el barrio. Los Maradona están muy vinculados a lo que es La Paternal, al punto que las hermanas de Diego (Ana y Kity) siguen viviendo en la zona. Maradona generaba sonrisas en épocas muy duras del país, en plena dictadura militar».
Y para finalizar pensando en la nueva aventura técnica del hombre que lideró a la selección argentina campeona en la Copa del Mundo de México 1986, Alberto y César Pérez deslizaron: «Le vamos a dar la llave de la casa a Diego, como le dieron la llave de la ciudad de Nápoles. Ahora está en México, lugar donde está teniendo su primera experiencia como entrenador, pero a distancia vamos a seguir su campaña y no estará solo».